Caput X: De extrema Nuceriæ pudicitia

Omnes Sulpiciam legant puellae,

Uni quae cupiunt viro placere;

Omnes Sulpiciam legant mariti,

Uni qui cupiunt placere nuptae.

Sed castos docet et probos amores,

Lusus, delicias facetiasque.

Hac condiscipula vel hac magistra

Esses doctior et pudica, Sappho.

Que lean a Sulpicia todas las jóvenes que desean satisfacer a un solo marido; que lean a Sulpicia todos los maridos que desean complacer a una sola esposa. Ésta enseña amores castos y limpios, juegos, encantos y gracias. … Con esta condiscípula o con esta maestra, estarías mejor enseñada y con más pudor; pero, de haberla visto a la par y a la vez que a ti, el duro Faón se hubiera enamorado de Sulpicia.

(Marcial, Epigramas X, 35)

SIGNIFICATIVA Y HERMOSA fue la actitud de Nuceria. Jamás pensé que reaccionaría tan positivamente como lo hizo al presentarle a Salonia. De inmediato dio muestras de amistad fiel y recibió con agrado a Salonia y su familia. Ya le había hablado Numerius de ella, tampoco fue una novedad. Estaba preparada para abrazar y recibir a Salonia como de la Familia. En parte esta reflexión fue de Salonia trasmitida a sus hijos y comunicada a mí por Delvyn. También Delvyn había preparado a su madre para convertirla en buena amiga de Nuceria. Fue bueno por ambas partes esta preparación previa porque ambas iban a tener que trabajar codo con codo entre sí ya que Nuceria ya estaba al cargo de la administración doméstica y Salonia lo iba a estar de la administración y cuidado de todo lo que se refiere a la cocina.

Nuceria iba a poder descansar un poco ya que hasta ese momento se había hecho cargo de todo. No había día que acabara sin que me llegara una alabanza de Nuceria por parte de Salonia. Nuceria era mucho más recatada en todo incluso en alabanzas. Pero no carecía de virtudes. La más significativa de todas era la continencia sexual. Y siendo Numerius y yo muy marcados por nuestra tendencia en lo que al sexo se refiere, encontrábamos grato que nuestra madre fuese extremadamente púdica. Puedo asegurar que no nos hubiera gustado verla en los brazos de otro hombre. No lo estuvo jamás, no lo deseo, no lo buscó, no lo consintió.

— Pero quizá un hombre te protegería si estuvieras casada con él por ese simple hecho.

— No nos engañemos, Aulus, si mis hijos no pueden defenderme, nadie más podrá hacerlo.

— Dejemos que viva su vida.  Ahora está llena de alegría, ocupación y bienestar, —dijo Numerius.

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Cinco días sin ver a Nuceria en el jardín ni por nuestras estancias. Había dado orden a Aliteria para que aseara nuestras estancias hasta nueva orden. Fueron cinco días en los que se nos había olvidado que mi madre estaba gravemente enferma. Nos hizo llamar de modo urgente. Nos pusimos de acuerdo y llegamos juntos. La habitación olía a jazmín, limpia, ordenada y mi madre tumbada en la cama, respirando con dificultad. Nuceria a su lado tomándo las manos, rezando a los dioses y animando a mi madre. En silencio nos mandó acercarnos. Me aproximé al lado de Nuceria junto a mi madre y me puse de rodillas para per mi rostro a su altura. Numerius estaba detrás de su madre. Mi madre murmuro algo ininteligible. Nuceria dijo a Numerius que se agachara y escuchara con atención. Mi madre habló ni Numerius ni yo entendimos. Nuceria tradujo o interpretó o repitió, llevaba mucho tiempo siendo la única persona que le hablaba y con quien mi madre quería hablar. Nuceria comenzó:

— Dice que te pide disculpa por todo lo que te hizo; dice que te agradece todo lo que has hecho por su hijo y por la casa; dice que te pide una cosa, no abandones nunca a Aulus; dice que le pidas a los dioses por tu hermano y le quieras mucho para compensar lo que yo no he sabido querer.

Oído esto le tomé las manos a mi madre y las llené de besos, luego le di un beso en sus labios para demostrarle que la amo y otro en la frente para indicarle que la respeto. Tras esto me dio un fuerte y violento apretón a mis manos y expiró. Numerius se puso de rodillas a mi lado y me abrazó. Nuceria le cerró sus ojos y con lágrimas en los ojos y mucha serenidad y temple comenzó a preparar todas las cosas para los funerales, ungüentos, vendas, perfumes, todo lo tenía a punto y nos mandó salir para que diéramos parte a toda la familia:

— Primero mandadme a Aliteria para que me ayude.

Cuando llegó Aliteria y se lo dije, lloró y se metió de inmediato al dormitorio.

— Haced venir toda la familia a la villa; los que tengan trabajo que recojan lo que se podría perder o malograr y vengan a a llorar a la dómina para aplacar la ira de los dioses. Organícense las mujeres en el plañidero por turnos y que no cese el clamor. Preparen en la cocina comida para las visitas que vengan, comed por turnos y que siempre haya alguien de vosotros, impedid El Paso a los visitantes si pretenden ir donde no corresponde, estad atentos para que nadie nos robe nada, saludad con inclinación profunda a todos los visitantes y dirigidlos al salón de recepción. Ocho hombres, preséntense los más fuertes para vigilar por turnos el féretro. Cualquier otra duda que se os presente, me lo preguntáis. Por último, dejad que Aulus llore a su madre y descargue el dolor que alberga su alma. Cada uno a lo suyo.

Fueron palabras de total decisión de Numerius que me reconfortaban y me abracé a él llorando y le dije:

— Tengo pena, más aún porque recuerdo lo que me alegré cuando murió mi padre y ahora la pena que tengo.

— Ella te llevó en el vientre, te cominicó sus sentimientos y casi todo lo me me ha dicho era que te cuidara. No necesito que me avisen de amar a la persona que más quiero, pero me fortalece. Ahora solo necesito que guardes todo este tiempo la compostura, que muestres a todos el amor a tu madre y que te sientas agradecido por su visita. Ellos quedarán satisfechos porque no faltará ni la comida ni el vino.

Cuando cuatro fortachones trasladaron el cuerpo de mi madre sobre un catafalco en el salón, la vi guapa, peinada, bienoliente y con la cara pintada como si estuviera durmiendo, fui donde estaba Nuceria con Aliteria y las abracé y llené de besos agradecidos. De repente las plañideras comenzaron sus cantos y sus lamentos y endechas.

Fui a descansar mis emociones y cinco horas me permitió Numerius dormir. Al despertar necesité a mi amor y allí, sentado sobre en tálamo, desnudó y dispuesto espero que mis deseos se pronunciaran y nos unimos en un abrazo que no hubiera tenido fin de no ser porque, al atacar los calores, era necesario preparar la pira funeraria.

Llevamos en procesión el cadáver de mi madre al extremo oriental de mis campos y prendimos la pira guardando un riguroso silencio. Apagado el fuego, nos retiramos a casa, Nuceria se quedó para hacer desaparecer todo rastro de cenizas y trozos quemados.  Solo salvó una vasija para hacer un altar en lo alto del cerro. Acababa una etapa en la vida de la Villa y se iniciaba otra a espaldas de la antigua Roma. Sacamos de casa todos los ídolos y respetando las creencias de cada uno en privado o pequeños grupos en un oratorio que construimos en la colina donde solo hay un ara marmórea para depositar ofrendas y un lugar donde están las cenizas de mi madre. Ella está en compañía de sus dioses, porque puso paz a su alma antes de morir. De las llaves del oratorio está al cargo Nuceria y todos los siervos de la familia pueden ir a adorar a sus dioses y rezar por sus seres queridos. Solo tienen que pedir la llave y al retornar devolverla. Nadie hace preguntas ni se inmiscuye. Hoy seguimos con esta práctica y si los hados nos son siempre propicios, seguiremos haciéndolo mientras yo viva.

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Casi a punto de despedirme de este primer libro, el lector que ha llegado a este momento quizá quede extrañado que elogie el rigor con que Nuceria lleva su castidad y lo poco castos que somos sus hijos. Así es. Numerius y yo no encontramos pausa en el amor. Si estamos juntos en la intimidad, siempre follamos, es una de las cosas que nos mantiene unidos, porque la otra actividad que tenemos es el trabajo y nos separa, porque cada uno tenemos nuestras ocupaciones y con frecuencia alejados físicamente uno del otro.

Hay una diferencia considerable entre nosotros dos. Numerius se parece mucho a su madre, es guapo y la cara algo femenina y el vivo retrato de Nuceria. Su comportamiento sexual es similar también a Nuceria. Si no estoy en casa, lo más que hace y no siempre es aceptar los ofrecimientos de Delvyn y ahí acaba todo. Yo, por el contrario, me parezco en cuanto al sexo a mi padre, nunca tengo suficiente, por eso también me llevo a mi secretario Delvyn para que se acueste conmigo y hagamos el amor y durmamos dándonos calor.

Por otra parte, Delvyn tiene a Aliteria para que le cuide y le haga compañía. La usa más como sirvienta que como compañera. Pero tanto Delvyn como Numerius tienen que procrear y solo deseo que se animen para que las madres de sus hijos puedan criarlos en su juventud. De modo que si no se animan tendré que obligarlos a que lo hagan en mi presencia hasta que las dos mujeres, Aliteria y mi hermana queden preñadas y den a luz un varón, porque han de ser mis herederos.

Luego queda Veiovis, que, aunque está mejorando mucho y madura cada día que pasa con mayor responsabilidad, en cuanto al sexo, abomina como yo la relación sexual con mujer, pero también él ha de darme un heredero, así encuentre una pareja masculina.

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Hecha esta descripción sobre nosotros, nos introducimos a comentar acerca de Scauros. Nos ha salido anteriormente como un siervo fiel y en su momento no os he dicho cómo es y qué hace ahora en la Villa. Vamos, pues al tema Scauros. Scaurus era un esclavo que a los 10 años compró mi padre. Es griego de nacimiento. Lo que sabemos es que la Legión Cuarta Macedónica, fundada por Julio César para perseguir a Pompeyo, la fundación debió ser el septingentēsimus sextus ab Urbe Condita (58). En esa región de Macedonia vivía con más o menos tranquilidad los antepasados de Scauros. Hubo un motín y se desplegaron los legionarios para diezmar la población. Entraron en la casa de la familia de Scauros y  mataron a cuantos allí había a excepción de Scauros que estaba tan pequeño que ni andaba. El legionario se lo trajo a Mediolanum para criarlo y lo puso en brazos de su prometida. Cuando Augusto envío la Cuarta de Macedonia a apaciguar a los cántabros, allí encontró la muerte el propio legionario. La familia de su prometida, para sacar mejor partido de la muchacha, vendió al niño de 7 años y llegó a Roma donde lo compró mi padre que no veía razones para casarse y buscaba compañía. Cuando mi padre se casó Scauros vino a ser un esclavo más. En cierta ocasión para demostrar a sus invitados que el muchacho le era muy obediente, lo hizo desnudar delante de todos y lo violó e invitó a otros a violarlo y lo hicieron, el muchacho se resistió, gritó y lloró. Como castigo por haber dejado a mi padre en ridículo delante de sus amigos lo mandó castrar. Desde entonces Scauros no discute ninguna orden ni se resiste a nada. Mi padre lo follaba cada semana unas dos o tres veces. Scauros, estado custodiando la casa de Roma, se casó, compró una niña que hizo pasar por propia hasta que madre e hija murieron de una rara enfermedad o envenenadas. Ahora Scauros es libre, es mi liberto y quiere permanecer con nosotros, es fiel. Siempre ha merecido la confianza forzosa de mi padre y ahora tiene mi confianza y mi amistad y respeto. Ahora que es libre, trabaja más a gusto y me transmite sus experiencias. En este momento en la Familia tenemos seis libertos y el siguiente será Veiovis, aunque los consideramos libertos y lo que les corresponde se les guarda como propiedad, no podrán legalmente ser libertos y, por consiguiente, propietarios hasta que no cumplan los 30 años. Solo Scauros ha comenzado su negocio que lleva con una señora que tiene como amiga en el día y en la noche. Este es el panorama en una transición en que todos van a ser libres y tendrán la posibilidad de irse o de quedarse. Solo nosotros, los romanos, podemos transmitir al mundo con nuestro Derecho una justicia igual para toda la humanidad, pero tenemos que comenzar nosotros mismos a respetarnos cada uno al otro de modo que todos seamos iguales y lleguemos a ser personas, desprendiéndonos del animal que llevamos dentro.

En los momentos actuales Roma se granjea más enemigos que amigos y aumentan los enemigos internos por afán de poder. Hemos de revertir esta situación valorizando más el Derecho y apeándonos de nuestras debilidades ancestrales, la falsa gloria de Roma, nuestros inicuos dioses y nuestras enfermedades sociales. Cuando venzamos estos tres enemigos, además de ser grande, Roma legará al futuro un saber y un Derecho que permanecerá más allá de los siglos. Yo mismo me siento grande por ser Romano, pero a la vez, por ser Romano me siento avergonzado. Tenemos Césares que no lo merecen y hombres sabios e ingeniosos que están injustamente desacreditaos, de modo que Roma es el peor enemigo de Roma.

En lo que a mí respecta, más o menos debéis conocerme, después de tanto vómito de letras que os he soltado. Me gusta la sinceridad, no suelo mentir, hay veces que me veo obligado a mentir, son esas ocasiones en las que di es la verdad y nadie te cree, sueltas una mentora y no sólo la creen sino que la pregonen, así de hipócritas somos los humanos, Roma es así y todo es porque a los romanos se nos tiene que exagerar todo para creerlo. Soy leal con mis amigos, quizá por eso tengo pocos. Los amigos se escogen y yo he escogido los que me son leales y procuro corresponder con mi lealtad hacia ellos, para no perderlos. Tengo el corazón demasiado blando, si no me rodeara de gente más inteligente, más lista y más avispada que yo, seguro que ya estaría muerto por cualquier lugar. Necesito tener al lado a Numerius y a Delvyn para decidirme a hacer un negocio en que haya mucha ganancia y del mismo modo riesgo. Me valgo de ellos o me apoyo en ellos. De ahí nuestra relación en la intimidad, no es solo un arte sexual o un arte de amar, es vida en nosotros trae, tenemos que tener los tres una vida que dependa de los otros dos, nos jugamos, el dinero, la felicidad de la familia y nu estarás personas. Cada día necesitamos la exploración corporal, oral y anal, como en otros momentos del día hacemos la exploración mental, intelectual y optativa. Esta última se defiere a la opinión. Si nos la pedimos lo pensamos y a veces es más dolorosa la introspección intelectual que la penetración anal, pero de ambas sacamos provecho para sobrevivir y ayudar a vivir.

Supongamos que un día o noche, por ejemplo hoy en la noche, que nos encontramos los tres en casa, no nos negamos nunca al otro, así estemos reventados, siempre necesitamos acariciar, besar, tocar, eyacular, sentir el cuerpo del otro y que nos invada. Luego dormimos tranquilos, hemos cumplido con el débito, porque cada uno se debe al otro.

Quizá os preguntéis lo que muchos me han hecho, y no solo a mí, también a Numerius y en menos a Delvyn, «a ver, si tienes tu amante, ¿por qué os necesitáis uno al otro? Es sencillo, lo nuestro, lo que compete a nosotros tres es la complementariedad, pero cada uno somos diferentes. Nosotros nos respetamos nuestras diferencias. Delvyn puede hacer el amor el mismo día con un hombre y con una mujer, por eso tiene a Aliteria que, siendo mayor que él, lo cuida como a su hombre que es. No sabemos, bueno, al menos yo no sé qué tipo de relaciones tiene Delvyn con Aliteria, jamás le he preguntado, algo me ha dicho, pero no opino ni cuento al respecto más que lo que se puede contar. Puede hacer con Aliteria lo que él quiera en sentido de bien, porque no estamos para malograr la vida de los demás. Y Aliteria debe corresponder y recibir lo que desea porque ambos son felices. Conociéndolos, puedo afirmar que por supuesto que tiene relaciones sexuales y deben ser buenas y esa felicidad que vemos en ellos como pareja nos hace felices también a nosotros.

Numerius ronda en torno a mi hermana que, como hija de mi padre es hermana suya también. Tiene el compromiso de darle un hijo. Sé que cumplirá. Ama a mi hermana Fulvia. De ella he hablado poco en este primer libro, quizá más adelante le dedique una sección a la personalidad de Fulvia. Ahora solo diré que es feliz con Numerius. A este no le van las mujeres, pero le va la conversación y Fulvia le ayuda en esto y otras cosas más. Sé que su relación no se inclina por el sexo, pero ambos saben que me deben un heredero.

Yo, por mi parte, ¡ay, mi alma! No mezclo los sexos, porque no soporto el sexo con mujer; cuantas veces lo he intentado, tantas he fracasado. No han sido muchas veces para no molestar, pero con una mujer no se me levanta, ni lo paso bien. Soy totalmente amante del mismo sexo. Tengo un problema conocido por Numerius y Delvyn y no hacen nada por remediarlo, viven felices con “mi problema”. El asunto es que siempre tengo ganas, siempre me apetece y son todos los hombres los que me atraen. Ellos me animan a que disfrute esa opción, así lo llaman “opción”, como si yo lo eligiera. En definitiva no soy hombre de un solo hombre. Lo saben y no les importa, más aún, me dicen: «es tu problema, no el nuestro». No necesito esconderme de ellos, saben que lo nuestro vale mucho más que los arrumacos que pueda tener con otros. Por ejemplo, hoy traen un joven, amigo de Delvyn para que se quede conmigo, porque ellos han de salir de viaje en la tarde y Veiovis aún está recuperándose de su salirophilia. Van a ser cuatro días solo de divertimiento, sin amor, pero con alivio psíquico, es decir, diversión con mentira declarada.

Todos los días tenemos Veiovis y yo ejercicio de esgrima y luego nos damos una carrera hasta la cascada. Allí nos desnudamos, nos bañamos y dejo que Veiovis juegue con mis genitales. Tiene mi promesa de que cuando su médico diga que ya está bien, podremos ir a la cama juntos. Nos entretenemos jugando entre nosotros y a lo más que llegamos es a masturbarnos, pero de momento no convienen ni las felaciones ni arrumarnos, se le ve más contento y menos caprichoso. Estamos toda la familia alegres por su notable recuperación, ha aumento el peso y su musculatura y cualquier encargo que le encomiende yo, lo hace bien y con prontitud. Está llamado a ser el hombre fuerte de la casa, el vigilante de la Villa y el que debe formar el equipo de defensores. Necesita los músculos y los está consiguiendo. Veiovis, aunque muchas veces se muestra rebelde, descontento, es obediente; le das una espada y no se cansa; le gusta la lucha. Hace unas cuatro semanas que pude tomar los servicios de un sirio luchador y le está dando buenas sesiones de lucha grecorromana. Me divierte verle cómo descarga todo el exceso de energía. Pero durante todo este periodo él ansiaba el día que pudiera venir a mi cama. No sabía él que yo lo ansiaba tanto o más.

Llegó una visita. ¿Os acordáis de Mauritius o Mauri (59)? Venía huyendo de Roma y dio en mi Villa. ¡Mauritius! ¡Cuánto tiempo ya! Me interesé por él, nos retiramos a conversar y me contó, que por las muchas deudas que tenía y el incordio que le hacía acosándolo el prestamista, había tenido una trifulca que fue demasiado notoria. A los pocos días Sólimus, que es como se llama su prestamista, se despeñó y se le había acusado a él de asesinarlo. Por esta razón hacía como un mes que había salido de Roma e iba de lugar en lugar huyendo hasta enterarse de mí y vino a buscarme.

— Te voy a ser sincero, jamás me has dicho el motivo de tu fuga de Roma, buscas trabajo y yo te lo voy a dar. Al menos un año pasarás en alta más en mis barcos, hasta que todos se olviden de ti. Entonces podrás regresar y, si quieres encontrarte seguro, puedes estar en esta casa.

Justo en tres días salía uno de mis barcos hacia Egipto para cargarlo de trigo y estar de vuelta. Mientras le buscaría otro de los barcos que pudiera albergar un hombre más para ayudar en el trabajo.

Mauritius estuvo totalmente de acuerdo. Ese día hicimos un poco de fiesta en su honor, aunque de un modo discreto, estaríamos toda la familia y a puertas cerradas, sin más invitados. Llamaríamos a la fiesta despedida de Numerius y Delvyn que tenía que viajar a Barcino y a Cartago Nova para cargar dos barcos de aceite. Por eso partía cada uno en una nave, para que no se trapicheara con la mercancía.

Ya era la medianoche y las mujeres, bajo las órdenes de Nuceria, se retiraron, algunos hombres se fueron, eran o muy machos o enfermas o ya mayores, todos estos sabían que por retirarse no habría ninguna represalia, porque lo que seguía era voluntario a nadie le obligaba.

En una esquina estaban Laius, Vinicius, Perseótides y Ganímedes. Estos se desnudaron y mostraron sus sexos llenos de pelo. A continuación estaban Fabricius, Lentiscus, Iulius y Boaquides. Estos igualmente mostraron su sexo, pero estaban allí en principio para chupar pollas. El vino preparado a discreción y al frente de ellos estaban, Numerius, Delvyn, Mauritius, yo y Veiovis con todos mis permisos. Empezamos chupando polla. Como la polla de Perseótides era la más larga y gorda nos la dejaron para Veiovis y para mí. Si yo estaba decidido a dar gusto al hombre y hacer que esa polla se desbordara del todo, no menos lo estaba Veiovis que sin decirnos nada nos dábamos de chupetones a la polla y a nuestras lenguas. ¡Cuánto había aprendido Veiovis, mamaba y besaba a la vez! Aquello era una música sin cesar de Shruuuumshifshosss…, pero no nos pudieron ganar, Perseótides, con tener fama de aguante, se corrió el primero y compartimos Veiovis y yo del manjar del griego. Mientras los demás se daban prisa le di oportunidad a Veiovis de elegir la mejor boca. Me destiñó a la boca de lentiscus y él se escogió a Iulius que estando al lado podría dejar al último que llegara. Pero no fue necesario, porque Veiovis se corrió de inmediato en la boca de Iulius y se vino donde yo para comerme el culo. Pronto se acercó Perseótides por detrás de Veiovis para darle gusto metiéndole lengua en el culo y de vez en cuando un dedo. Por curiosidad miré y vi a Veiovis gozando mientras babeaba abundante sobre mi coxis, aunque sin dejar de meterme dedo por el culo. Miré de modo severo a Perseótides y se rió como diciéndome que de vez en cuando hay que hacer la vista gorda. Yo amarré las caderas de Veiovis y me lo empujé hacia mí y comenzó la penetración despacio, pero Perseótides encaró su polla en el culo de Veiovis y este, imitándome, arrastró para sí el culo del griego, le dio una helénica estocada cual Perseótides al Minotauro y a la vez empujó dentro de mí a Veiovis. Yo al menos sí, creo que Veiovis también, porque al bramido del griego respondimos con mugidos de Tauro en el circo. Pero a continuación todo fue placer. Los demás nos iban imitando y quedamos totalmente ensartados todos. Aquello fue una auténtica carnicería amontonada y en acción. Cuando habíamos acabado, lo celebramos con vino y nos despedimos. Nos fuimos Numerius y yo a nuestra estancia para hacer el acostumbrado amor hasta su regreso. Tuvo que madrugar para ir al puerto de Ostia con Delvyn a la empresa que tenían asignada.

Los días que estuvo Mauritius con nosotros durmió con Veiovis y conmigo. Nos despedimos cuando se fue con alguno más de la casa a embarcarse vía a Egipto. Veiovis se quedó conmigo y con Silvias, el muchacho que me propició Numerius. Bueno, no es muy alto, un poco flaco, pero está a la altura de las circunstancias, Silvias me ha pedido hacer esgrima con nosotros. También me lo había pedido hace una semana Palantius. Esto me hace pensar que quizá debiera contratar un equites que haya dejado la legión, porque veo algunos militares que no tienen trabajo. Mañana saldré a la búsqueda y quizá comenzamos a formar una guardia más rigurosa en cuanto a la defensa de la Villa. Tiempo hace que Numerius me lo viene diciendo porque sospecha que alguien ha estado robando aceitunas, según le ha comentado algunas veces el propio Veiovis. Y cuando sospechas que te roban algo, a la postre pueden ser más cosas que ese algo y supone una notoria pérdida. Teniendo tres voluntarios quizá ya va siendo hora de planificar la custodia de la Villa.

NOTAS:

(58) Se trata del 706 desde la fundación de Roma. Legión Cuarta Macedónica fue fundada en el año 48 a.C. por Julio César para perseguir y derrotar a su enemigo Pompeyo en su huida hacia Grecia. Tras conseguir su objetivo, la legión fue acuartelada en la provincia romana de Macedonia, de ahí la denominación con la que ha pasado a la historia. Más tarde, en el 23 antes de Jesucristo, el hijo adoptivo de Julio César, Octavio, convertido en el emperador Augusto, envió a la legión a Hispania, a luchar en la campaña contra los cántabros.

(59) CAPUT VI — DE CLAUDI IMPERATORIS CÆDI: Mauri o Mauritius.